TERAPIA DEL OLVIDO
¿Qué es olvidar y para que sirve?
En el primer caso, esas experiencias se convierten en aprendizaje automático para uso inconsciente, por ejemplo cuando aprendemos a manejar un auto o una bicicleta o alguna tabla aritmética. El conocimiento se convierte en parte espontánea de uno.
En el segundo caso, nos abre la puerta del control y perdón interno, a nosotros mismos. Por haber paralizado nuestra evolución y oportunidades de vivir en paz y tranquilos. Pudiendo tomar las cosas, como de quien vino y hasta reímos de nuestra escasa sabiduría, y haber permitido guardar una actitud de avinagrado resentimiento por tanto tiempo.
Recordar es volver a vivir y olvidar es recordar sin sentir.
Y si el proverbio lo dice, será porque hay algo de cierto. Solo así podremos volver a arriesgarnos, con fe y esperanza en que si nos vuelve a pasar. Será muy distinta nuestra actitud y no nos afectará.
Olvidar, también sirve para recuperar nuestra habilidad para aprender, discriminar y seleccionar nuestras respuestas ante situaciones futuras; para actuar con madurez, sabiduría, altura y resignación frente a la adversidad. Aunque muchas veces nos sorprenderemos de nuestras nuevas respuestas, sin saber de donde las sacamos.
También sirve para perdonar nuestros errores, y darnos a plenitud. Y el perdón empieza con uno mismo, sin culpas, sin remordimientos sin sentirlo. Como quien dobla la esquina y por extensión, podremos perdonar a otros sus agravios y carencias de sabiduría. Recordemos la petición de Cristo a su padre:
"Señor, perdónalos porque no saben lo que hacen." Lo cual nos enseña que muchos agravios son absolutamente carentes de intención en primer plano.
En el caso, los soldados solamente obedecían órdenes, de quienes veían en el místico, una figura que amenazaba a sus afanes de poder y de control político, económico y religioso del pueblo judío.
Sin embargo, para poder perdonar; es preciso primero, olvidar la emoción que acompaño a la experiencia dolorosa. Tenga presente que no son los hechos los que nos hacen sufrir, sino el significado que les dimos, como oímos y vimos los acontecimientos.
Eso es nuestra experiencia y esta se puede cambiar, se puede aprender a no participar en ella. Solo entonces su recordar será neutral, un contemplar a distancia sin juzgar, sin criticar ni comparar o compadecerse de uno mismo; sin pena, sin cólera, temor o cualquier otra emoción.
Entonces descubrirá la paz y tranquilidad que tanto necesita. Cuando llega ese momento
Ud. sentirá la fuerza de su espíritu y le sorprenderá como actúa, independientemente de sus convicciones religiosas. Las tenga o no. Aunque sea ateo o agnóstico. El humano mecanismo igual funciona en todos. Como lo leeremos a continuación, en el desarrollo de las próximas preguntas, líneas abajo.
¿Qué queremos olvidar?
¿Qué hace doloroso el recuerdo?
¿Cuándo queremos olvidar?
Como consecuencia, de esta limitación, nos sentimos desprotegidos, nos volvemos inseguros y faltos de confianza para desenvolvernos. Nos sentimos observados y merecedores de alguna crítica o reproche. Particularmente, cuando la reacción corporal se convierte en algo incontrolable como enrojecer, transpirar, temblar o no poder hablar.
La única solución que se nos ocurre, es evitar a como de lugar, el desencadenante de nuestra tensión. Este desencadenante muchas veces nos parece ilógico y absurdo, como es en el caso de las fobias específicas: a los espacios cerrados, las alturas, las aglomeraciones, a ciertos animales o las otras. Las fobias sociales cuyo centro es sentirse observado y criticado. En ambas la fuerza de nuestra convicción, de estar ante una situación amenazante, supera a nuestra fría razón. Que no nos tranquiliza. Y no hay edad para dejar de sufrirlas.
¿Cuándo dañan los recuerdos?
La solución inmediata es " evitar " y así sin cuenta darnos, recortamos nuestra existencia. Nuestro futuro se torna obscuro y sombrío. Ya que se limitan las posibilidades de realizarnos socialmente, encontrar una pareja, lograr un buen empleo ó seguir estudiando. Muchas veces, la limitación se debe a alguna enfermedad física, algún dolor, o una perturbación de nuestra función sexual.
¿Qué pasa cuando no olvidamos?
En suma, todo esto nos impide crecer en nuestra espiritualidad, solidaridad, amor y otros valores elevados; indispensables para ser amables compañeros de ruta como amigos, padres o cónyuges; tanto como para trabajar con alegría, creatividad y gratitud por esta tierra que nos vio nacer
¿Cómo hacemos para no olvidar?
Otras veces, buscando consuelo, comprensión o exculparnos contamos a gentes inexpertas nuestro drama, con lo cual, sin saberlo, lo fijamos más. Por otra parte, frecuentemente sucede, que cuando guardamos nuestro drama en secreto, tenemos la sensación de que los demás lo notan, que hasta lo leen en nuestra mirada o gestos. Entonces luchamos por ocultarlo y no trascienda, y esa lucha nos debilita aún más y contribuye a encerrarnos en la experiencia del pasado. Y es así como hacemos para no olvidar.
¿Cómo guarda el cerebro los recuerdos?
¿Cómo hace el cerebro para olvidar los recuerdos que lastiman?
¿Cómo podemos acelerar el tiempo de olvido?
Ese espacio virtual es una realidad inmediata. Verifíquelo ahora.
Desplácese a otro ambiente físico. Cierre los ojos y recuerde lo que acaba de leer. No solo lo vera, también oirá sus propios pensamientos como comentarios sobre lo que leyó y los ruidos que acompañaron a la experiencia de leerme.
Solo requiere relajarse, confiar en dejarse guiar y jugar a "Cómo seria si distorsionara mi recuerdo y dejara de participar en el como me lo pide este Dr." Todas las intervenciones, están encaminadas a propiciar ese olvido de alguna parte de su experiencia, para lograr cambiar su historia personal.
No se pueden cambiar los hechos, pero si su experiencia de ellos. Es decir, como los interpreto, como oyó y como vio lo que sucedió. Descubrirá como liberarse del recuerdo que lastima y limita.
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