miércoles, 28 de marzo de 2012

A contagiar buenos habitos alimentarios



A CONTAGIAR BUENOS HABITOS ALIMENTARIOS
Hace algún tiempo hablábamos de lo contagioso que puede resultar para el ser humano la obesidad; en un artículo “La obesidad es socialmente contagiosa” hablaba sobre las estadísticas y la tendencia de las personas a contagiar esos malos hábitos alimentarios y de cómo exponemos a nuestros amigos, cónyuges e hijos a nuestra mala disposición a alimentarnos correctamente haciendo de ello un factor de riesgo para que ellos también lo hagan.
Sin embargo luego de unos años estamos en la capacidad de decir exactamente lo contrario, es decir que Adelgazar también puede ser un acto social contagioso, ya que ello implicaría que al comer adecuadamente nosotros y mejorar nuestro estilo de vida este influiría directamente en las personas que nos rodean.
Luego de evaluar a 100 pacientes con rangos de Obesidad tipo I y hacerles un seguimiento exhaustivo en su alimentación, perdida respectiva de peso y cambios en su estilo de alimentarse durante casi un año llegamos a la siguiente conclusión:
- De las personas casadas sin hijos (45 personas) el 25% de las parejas también tuvieron una pérdida considerable de peso.
- De las personas casadas con un hijo (30 personas) el 30% de las parejas también tuvieron una pérdida considerable de peso y casi el 15% de los hijos bajo de peso.
- de las personas casadas con dos hijos (25 personas) uno de ellos había también perdido peso en casi la mitad de los casos. Y la pareja bajo en casi un 50%.
Las conclusiones definitivamente han sido alentadoras ya que lo que quisimos comprobar en un inicio que “si se pueden contagiar buenos hábitos alimentarios” al interior de la familia fueron altamente positivas y asimismo observamos que mientras la familia es más numerosa pues los resultados llegan a ser mayores.
Sin embargo evaluamos solo pacientes que debían perder de 8 a 10 kilos, en donde los hábitos alimentarios están muy relacionados a:
- No tomar desayuno
- almorzar esporádicamente
- cenar comidas copiosas
- no beber agua
- Acudir a comer comida chatarra dos veces por semana.
A esto le llamamos “trastorno alimentario relacionado a desorganización”
Sin Embargo existen desordenes alimentarios también relacionados a Excesos alimentarios en cuanto a cantidades, grasas, chatarra, etc. Lamentablemente estas personas no solo tienen malos hábitos alimentarios sino que su grado de obesidad llega a niveles de grasa corporal que supera los 15 a 20 kilos. Aquí las estadísticas son muy desalentadoras. Observamos en un estudio por ejemplo hecho por la universidad de Stanford en California, Estados Unidos que fueron sometidos a Cirugía Bariátrica en donde se analizó la evolución de 35 pacientes que se sometieron a la mencionada intervención y otros 35 familiares que convivían con ellos, además de 15 hijos menores de edad.
El 60% de los adultos y el 73% de los niños eran obesos. Un año después de la operación, pudo comprobarse que, como media, los familiares habían rebajado su peso en un 3%, lo que constituye una cifra que no es espectacular si la comparamos con el estudio anterior que hicimos nosotros pero tampoco resulta el resultado despreciable.
De estas dos investigaciones podemos extraer conclusiones interesantes:
1. Que además de adelgazar nosotros mismos, también lo harán las personas que nos rodean que son, normalmente, aquellas a las que más queremos.
2. Si logramos modificar nuestros hábitos alimentarios tomar mucha fibra y pocas grasas y azúcares, hacer comidas frugales y frecuentes, aumentar nuestra actividad física; contagiaremos a los que nos rodean.
3. Mientras más peso se tenga que perder, menos influencia se tendrá en la familia, ya que los hábitos empeoran con el tiempo y la ganancia de peso.
4. Mientras más rápido se toman medidas correctivas en la familia mayor será el impacto sobre la misma.
En realidad el llamado de atención más grande es que no debemos esperar tener que tomar medidas drásticas como una cirugía para ser personas saludables; es importante evaluar y analizar los factores de riesgo que nos van a llevar a enfermar a nosotros y a los que van a heredar nuestras pésimas costumbres alimentarias. La responsabilidad de educar a nuestros hijos con buenos ejemplos ya no solo hoy en día está orientado a conductas sociales sino alimentarias las cuales al final se complementarán muy mal; una persona que heredo la obesidad de sus padres por malos hábitos también heredara malas conductas sociales como descuido personal, profesional e inclusive cultural.
Cuando comente esto en una conferencia muchas personas pensaron que hablaba es forma despectiva del problema de obesidad; sin embargo aclarando el concepto es realmente “Preocupante desde el punto de vista de Salud” ya que las previsiones de los expertos son tremendamente alarmantes:
“si no cambian mucho las cosas, en el año 2050 el 55% de la población será obesa y un porcentaje en considerable sufrirá sobrepeso.”
Las autoridades competentes a nivel mundial lamentablemente han caído en una inercia tremenda solo catalogando el fenómeno de “Epidemia” contra la cual se hace poco o nada por atacarla, las consecuencias son realmente devastadoras para la salud mundial.; no se está hablando de peso o gordura simplemente, se está exponiendo al mundo a la hipertensión arterial, diabetes, hepatopatías, trastornos metabólicos y cáncer; es decir estamos aumentando el riesgo de mortalidad poblacional. Cualquiera diría que es un azote inevitable.
Por desgracia no es ciencia ficción lo que vimos en aquella película llamada “Wall-e” en donde el planeta engordaba y se comía todos sus recursos destruyéndolo y destruyéndose a sí mismos; quizás no hablamos de un futuro lejano; Estados Unidos, país que supuestamente marca la tendencia de las “sociedades desarrolladas” e indica, por tanto, hacia dónde vamos; pues no da una pauta muy negativa en este punto ya que uno de cada tres adultos padece obesidad, con lo que el país cuenta con 99 millones de obesos. En el año 2030 dentro de sólo 19 años, tendrá 165 millones.
En los países llamados ricos, la epidemia comenzó a inicio de los 80. En las zonas de rentas medias y bajas empezó más tarde, pero se extendió, a cambio, con mayor rapidez. Las causas que alegan los expertos van desde el auge de la "comida basura" o chatarra hasta aspectos ambientales o de comportamiento; llegando al último azote llamado sedentarismo. Todo ello podría resumirse en un cambio de costumbres, producido en gran medida por el auge económico y los intereses de grandes grupos empresariales.
Para los expertos, la solución del problema está en que los gobiernos sean lo suficientemente responsables y dirijan sus medidas a la población infantil; así como en la campaña de no fumar en donde los niños están obligando a los padres a no fumar delante de ellos por respeto a su salud. Esta misma medida debería ser el nuevo paradigma de los derechos de los niños: “Papá no me engordes, tengo derecho a tener una buena salud”.
Se ha hablado de elevar impuesto a la comida chatarra, impedir la venta libre de ciertos productos en los colegios, generar loncheras nutritivas, fomentar el deporte entre la gente joven, etc. Nada de esto parece tener peso si no lo hacemos cada uno de nosotros y actuamos de inmediato y de manera inteligente.
No es necesario hacer algo radical de un día para otro; así como nos ha llevado casi 30 años en engordar al mundo y estar al borde de un colapso en poco tiempo pues se deberá empezar hoy con metas reales a largo plazo para que esos niños que hoy están siendo amenazados por la obesidad cuando lleguen a su vida adulta hayan sabido controlarla y darle marcha atrás. Cambiemos nuestra conducta alimentaria, mejoremos nuestros hábitos alimentarios y contagiémosle al resto este bicho que quizás sea el que libere al planeta de tantas enfermedades.

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